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Jorge Enrique Orejuela: un investigador voraz

El director de la Maestría en Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de Occidente lleva más de cuarenta años estudiando la naturaleza con una pasión contagiosa.

Jorge Enrique Orejuela explica que las orquídeas lo cautivan no solo porque son bonitas, “sino porque tienen un sistema de reproducción fascinante: atraen insectos y los capturan. Hay unas que tienen una vida útil de un día. Florecen y se marchitan. Otras permanecen florecidas por tres o cuatro meses”.

“Es decir, son interesantes y diversas. Valoro mucho su diversidad. También me parece maravilloso experimentar culturas distintas que se mueven bien en su ambiente, como las milenarias de Colombia, como los indígenas”, explica este biólogo, director de la Maestría en Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de Occidente.

Orejuela lleva más de cuarenta años dedicado a la investigación. Su trayectoria fluye entre orquídeas, páramos, aves, cuencas hidrográficas y murciélagos.

“Lo que más me ha interesado a mí, en definitiva, es la ecología de alta montaña. Tengo muchísima afinidad por los páramos. Me encanta el bosque de niebla de San Antonio. Me encanta estudiar los páramos y los arrecifes de coral. Prefiero ciertos peces a otros chiquitos que se meten en los huecos”, confiesa.

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Gemma Gartner Alzate y Jorge Enrique Orejuela

Nacido en Manizales en 1947, Orejuela es el tercero de los seis hijos —tres hombres y tres mujeres— del matrimonio entre don Gilberto, quien fuera docente durante 45 años en la capital de Caldas, y Gemma Gartner Alzate, de ascendencia alemana, pero “paisa total de corazón”, en palabras del biólogo.

De su padre, Jorge Enrique dice que era muy conocido en Manizales, porque fue profesor de casi todo el mundo en aquel entonces y además siempre estuvo muy interesado en sus estudiantes. A su madre la recuerda como una excelente conversadora que recibía muchas visitas.

Este biólogo vinculado a la Autónoma de Occidente estudió la primaria en Nuestra Señora, un colegio privado de religiosos, y el bachillerato en uno público: el Instituto Universitario de Caldas. De sus maestros evoca especialmente a Miguel Ángel Chaves y Arístides Ocampo.

“Don Miguel siempre iba muy bien vestido —rememora Orejuela—. Él daba en clases conferencias bien fundamentadas. Me encantaban sus clases de Geografía. Se veía que conocía el país palmo a palmo. Era muy descriptivo. Cuando fui al Pacífico, vi lo que este señor nos había dicho. Sus clases para mi fueron como conocer o abrir la imaginación a una Colombia que yo en algún momento tenía que conocer”.

De don Arístides, uno de sus profesores en cuarto de primaria, afirma que era un personaje muy reconocido en Manizales: “Tenía los ojos claros y siempre vestía de chaleco. Nos enseñaba matemáticas, pero antes de comenzar la clase nos decía que teníamos que poner la mente ‘en aprestamiento’, es decir, ponerla a funcionar y para eso nos enseñaba versos. Nos leía una estrofa y nosotros debíamos intentar repetirla. Así ejercitábamos la memoria”.

Luego de culminar un año de intercambio en Estados Unidos, Orejuela regresó a su patria para iniciar estudios de Química en la Universidad Nacional. Posteriormente, una beca le permitió continuar sus estudios de pregrado en el Occidental College, una institución privada que se halla en Los Ángeles, California.

“Me sale la beca y me fui para allá en el año 1966. Allá comencé a estudiar Química, pero no me fue bien y no me gustaba. Pero sufrí el primer año hasta que me cambié a Biología sin una razón especial. Simplemente cuando vi que no iba a funcionar en Química, y que yo estaba becado, mi consejero me dijo que podía cambiar, pues tenía créditos acumulados y eran válidos”, declara Orejuela.

Las travesías del conocimiento

“Me encantó la Biología y me comenzó a ir muy bien —dice—. Lo que más me gustó fue la Biología de campo, las asignaturas de estudios naturales, la Ictiología, es decir, el estudio sobre peces. También me gustó la anatomía”.

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Jorge Enrique Orejuela en Machu Picchu – 2016

Cursó su último año de pregrado bajo la tutela de un profesor dedicado a la investigación en Fisiología Ambiental: “Él estudiaba el comportamiento de los animales en alturas en los páramos. En el tercer año de carrera trabajé como su asistente de campo. Nos dedicamos a observar un ave en particular, un gorrión, cómo se comporta, su historia natural en la sierra nevada de California, en el parque nacional Yosemite, uno de los más famosos de los EE.UU. Es allí donde inicia mi gusto por las aves y las comencé a estudiar”.

Continúo su formación con una maestría y un doctorado en los Estados Unidos, y en 1975 regresó a Colombia, a desempeñarse como profesor del departamento de Biología de la Universidad del Valle. Volvió a la nación norteamericana, pero decidió asentarse definitivamente en Colombia en 1981.

“Vine a Cali con un proyecto de investigación financiado por la organización WWF-US, para estudiar aves endémicas, restringidas en este país. La investigación duró 10 años y viví por mucho tiempo en Nariño Occidental. Ayudé a que se establecieran investigaciones sobre aves, osos de anteojos, murciélagos y orquídeas. Allí se me abrió el apetito por investigar y por estar entre comunidades indígenas, afrocolombianas, campesinas”, comenta Orejuela.

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Jorge Enrique Orejuela en la reserva natural La Planada – Ricaurte, Nariño

Entre 1996 y 1997 se vincula a la Universidad Autónoma de Occidente, primero como docente de la Especialización en Gestión Ambiental de la UAO y luego del programa de Administración del Medio Ambiente. Orejuela es uno de los gestores del Grupo de Investigación en Estudios Ambientales para el Desarrollo Sostenible, GEADES, como unidad de investigación.

Las investigaciones en las que ha participado Orejuela en su trayectoria de más de 40 años como Biólogo han servido para la creación de tres parques nacionales: Utría, Uramba —Bahía Málaga— y Gorgona, y dos reservas naturales: La Planada, en Nariño, y áreas protegidas en Salento, Quindío. En el año 2001 impulsó la creación del Jardín Botánico de Cali y fue su director durante sus primeros diez años de existencia.

Orejuela es padre de cinco hijos. Los dos mayores, Andrea y Tomás, son fruto de su primer matrimonio con Kristin Hilen. En 1982 se casó con la bióloga Ana María Echeverry y junto con ella creó una familia conformada por Juanita, Ricardo e Isabel.

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Este biólogo de origen caldense ama la Costa Pacífica de Colombia más que la Atlántica. Los arrecifes de coral y el bosque de niebla son sus lugares favoritos del país. Su artista predilecto es Alejandro Obregón: “Me fascina por la celebración del trópico a través de sus cuadros, un destello de colores, una vaina desbordante. Considero que el trópico no se deja domesticar ni minimizar. El arte minimalista no me gusta y lo que es rectilíneo menos. Pero todo lo que son colores llamativos me fascina”.

En cuanto a libros, prefiere las historias familiares de varias generaciones: “Me gustan ‘Cien años de soledad’ y ‘El amor en los tiempos del cólera’. Siempre me gustan las historias de amor. Me gusta Isabel Allende por sus tramas de familia. Mi más reciente libro de lectura se llama ‘Cisnes salvajes’. Es sobre la China vista a través de tres generaciones: tres mujeres con una capacidad de mantener su vitalidad, a pesar de todas las dificultades. Tres mujeres de tres generaciones sucesivas”.

Yomara Dinas, secretaria de la facultad de Ciencias Básicas, define a Jorge Enrique Orejuela como “un hombre con un corazón lleno de una gran nobleza, humildad y bondad, con una gran facilidad para hacer que muchas personas se encanten con sus relatos y los entiendan con total sencillez”.

Y añade: “El profe Orejuela es un apasionado cuando de hablar de orquídeas, aves, reservas, conservación se trata, porque al profe todo le gusta y de todo sabe un poquito”.

Premios

El Águila de la Ciencia 2008, de la Asociación Colombiana de Ciencias Biológicas, por sus contribuciones al avance de la investigación biológica. También en 2008 recibió el galardón Zotea, de la CVC por sus contribuciones a la conservación de la biodiversidad en el Departamento de Valle del Cauca. En 2007 fue distinguido con el Premio de la National Geographic/Buffett, por liderazgo de conservación en América Latina. En el 2014 fue merecedor de la beca de la Comisión Fulbright como Académico en Residencia en la Tompins Community College TC3 del sistema de educación superior del Estado de Nueva York SUNY durante un semestre académico.

 

 

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