“Cuando tenía cinco años, un vecino de mi unidad me invitó a verlo entrenar, y desde que crucé la puerta de la pista sentí amor por todo lo que veía y por la adrenalina que producía. Al otro día, cogí la bicicleta que tenía en la casa, vine a montar y me enamoré del BMX”.
Con esta historia, Santiago Vivas Amaya cuenta cómo este deporte cargado de riesgo y adrenalina cautivó su corazón. Hoy, este estudiante UAO de tercer semestre de Ingeniería Informática, tiene 18 años y sigue tan enamorado del BMX como la primera vez que se montó en una bicicleta…