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Autónoma en Línea

La persistencia del amor por la enseñanza

Claudia Alexandra Roldán Morales, directora de Docencia de la facultad de Humanidades y Artes

Claudia Alexandra Roldán Morales

En una casa que tenía un solar de esos que ya no se ven, rodeada de carambolos, plátanos, aguacates y corriendo por el patio de su abuelita, crecieron los crespos de Claudia Alexandra Roldán Morales, la profesora que motiva a sus estudiantes a través de la literatura y que apoya procesos de lectura y escritura.

Sin embargo, esos días bugueños no eran tan divertidos cuando tenía que ir al colegio, pues allí vivió algunos episodios que recuerda con terror. “¡Leona!”, “¡Deberían de mandarte a peinar y recogerte el pelo!”, eran las frases que repetían sus compañeros y hasta sus profesores.

Me parece que los espacios educativos suelen ser violentos con los niños, por eso decidí ser maestra, para no replicar estos comportamientos, ya que son cosas que te marcan toda la vida, afirma la docente.

Estos malos ratos no la detuvieron, llegó a ser una de las mejores estudiantes durante toda su colegiatura y persistió en su deseo: graduarse de pregrado, lo cual logró al mismo tiempo que asumió la maternidad, por eso considera que su dedicación profesional y amor por la enseñanza provienen de su papel como madre.

Aunque ahora tiene clara su vocación por la enseñanza, en un principio este no fue su objetivo. Se presentó a la Universidad del Valle para estudiar Trabajo Social y no quedó, así que estudió Preescolar en la Corporación Cenda, donde descubrió que desde la enseñanza también podía ejercer trabajo social con un enfoque hacia niños, adolescentes y jóvenes.

Motivada por esta nueva pasión, persistió en ampliar sus conocimientos y estudiar Literatura; para ella, la literatura permite abrir otros mundos posibles, soñar otros espacios, recorrer otros caminos, dejar escapar la imaginación, y así son sus clases.

Luego decidió estudiar un magíster en Lingüística y Español y hacer un doctorado en Educación, para continuar adquiriendo herramientas en el trabajo con jóvenes.

“Me motiva trabajar con jóvenes porque creo que la educación es un arma política, una forma de quitarse la venda de tantas cosas”, asegura Claudia.

La profesora

Entre las diversas experiencias que vivió como profesora de colegios, universidades y como colaboradora de múltiples proyectos del sector educativo público y privado, recuerda una que la impactó durante los cursos a distancia que brindaba desde la Universidad del Valle, donde dictaba por teléfono un módulo de lectura y escritura:

─¿Cómo vas? Estuve esperando tu llamada para continuar con el tema del signo ─le dijo Claudia.

─No, es que aquí no puedo llamar todo el tiempo ─respondió el estudiante al otro lado de la línea telefónica.

─¿Por qué? ─le preguntó la profe, intrigada.

─Es que yo estoy en la cárcel.

La respuesta impactó a la docente, quien en ese momento ignoraba que unos años más tarde tendría que dar clases en centros de internación como el Buen Pastor y Valle del Lili.

“No entren lápices porque con eso se chuzan; no se pueden dejar los cuadernos porque se los fuman; el ambiente es pesado, es posible que les digan frases vulgares”, con estas instrucciones, Claudia Alexandra ingresó a los centros de internación para apoyar pedagógicamente a los profesores que daban clases allí.

Se trata de una experiencia cuyo impacto se ha convertido en uno de los recuerdos más valiosos a lo largo de su vida como docente:

«La gente que logra la resiliencia para salir de esos espacios tiene toda mi admiración, y también la tienen los profesores que llevan la educación a lugares complejos».

La UAO

Con el fin de tenerla como compañera de trabajo, sus amigos de Univalle la motivaron para que se presentara a un concurso de docencia que convocó la UAO.

La actividad consistió en preparar una clase de Semiótica y un artículo sobre el tema, los cuales presentó al departamento de Lenguaje con una rigurosidad conceptual que le permitieron ingresar como docente de diferentes cursos.

Las habilidades académicas, administrativas e investigativas que demostró durante los procesos que lideró, la convirtieron en la actual jefe del departamento de Lenguaje, allí desarrolla proyectos con esa responsabilidad y sensibilidad que la caracterizan, como el Centro de Lectura y Escritura y, recientemente, ‘La cabina poética’, una actividad donde desfilaron más de 400 personas con el propósito de expresar un sentimiento.

“Estas actividades permiten que la literatura sea un bálsamo para la vida. Prestar una voz para decirle a un ser querido lo que sientes, pedir perdón, dar ánimo, dar esperanza… es un proceso terapéutico y catártico que te da la fuerza que le falta a tu voz para hablar con alguien. La participación masiva en ‘La cabina poética’, nos demuestra que requerimos espacios para resistir esta cotidianidad, para vivir y sobrevivir a las noticias avasallantes de este mundo caótico”, dijo Claudia.

Otro de los proyectos en los que trabaja es el ‘Concurso de Relato Autobiográfico Breve’, un espacio que le ha demostrado a Cali que los universitarios sí escriben, pues en su segunda versión contó con la participación de 163 relatos de estudiantes de diferentes universidades caleñas. Para el año 2020, este concurso se proyectará a nivel nacional y el libro con los relatos de las menciones de honor y los ganadores del 2019 se lanzará en la Feria Internacional del Libro de Cali.

Definitivamente su persistencia la ha llevado a trabajar en múltiples escenarios educativos, pero más importante, con diversas personas que la siguen enamorando cada vez más de la enseñanza:

“Para mí es una bandera haber trabajado con estudiantes que tienen diferencias funcionales o que estaban en situación de vulnerabilidad… Entonces, eso me ha llenado y me emociona sentir que sigo trabajando con los estudiantes y con las comunidades”.

Sus gustos

Sus pocos ratos libres los ocupa leyendo literatura erótica y de ciencia ficción y quisiera seguir cultivando la costumbre de ver cine, en especial latinoamericano.

El deporte y la música no son su fuerte. Para un futuro próximo se ha trazado como meta viajar y sacar más tiempo para ella: 

“Quiero conocer otras culturas, desconectarme y descubrir diferentes maneras de ver el mundo”.

Una mujer trabajadora, sensible y con unos crespos envidiables, como la describen sus compañeros de trabajo y familiares, que le gusta cocinar en familia para recordar el olor particular a carambolo, plátanos y aguacates, igual que en esos días bugueños cuando corría por el patio de la casa de su abuelita.

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