!Un microrrelato de suspenso, terror e incertidumbre!
Tomado de la revista Brevilla
El microrrelato ‘Solo mamá en la cocina’, escrito por el docente del departamento de Lenguaje de la UAO: Hernán Darío España Cruz, fue seleccionado para hacer parte de una antología de microrrelatos en la revista virtual chilena ‘Brevilla’, reuniendo a 201 autoras y autores de 23 países, que han formado una colección sobre fantasías animales en formato breve.
Al respecto, el docente comentó que:
“La convocatoria pedía que el tema estuviese relacionado con un monstruo o criatura. Frente a ello, no quise acudir a lo conocido, sino partir de algo original. Siempre me ha encantado el suspenso y el terror y cuando este se presenta en ambientes cotidianos es mucho más inquietante e impactante; por ello terminé escribiendo sobre un escenario tan aparentemente inocente como la conversación de una madre e hija en la cocina. La clave de los microrrelatos es el impacto al final. Lo que busca este en particular es que el lector se angustie ante la incertidumbre de lo desconocido y las posibilidades”.
Hernán Darío España Cruz, docente del departamento de Lenguaje de la UAO.
Por su parte, uno de los integrantes del comité editorial de la revista ‘Brevilla’ dijo que:
“Cada texto de esta antología surge de la maravilla, de un incendio de la mano escritora, del ansia de crear nuevos mundos, dejando atrás la cotidianeidad pasmosa de esta época virulenta, de manos sanitizadas y mascarillas. Quizás estos animales fantásticos nos salven del encierro y nos lleven en sus alas para refrescarnos la piel y el espíritu”.
Lilian Elphick.
A continuación el microrrelato escrito por el docente:
‘Solo mamá en la cocina’
La pequeña Cindy se acercó a su madre en la cocina, quien le daba la espalda mientras hábilmente picaba rebanadas de pepino para la ensalada. El ritmo continuo de la hoja sobre la tabla de picar era admirable.
¬— Mamá, ¿recuerdas el animal que creí soñar hace una semana?
— Ujum — fue la única respuesta de mamá, sin detener su tarea culinaria. No era raro en ella abstraerse y contestar sin interés a lo que pasara en el hogar.
— Parecía una araña— continuó Cindy con timidez—, pero grande como una pelota de fútbol. Peluda, con muchos ojos rojos, dos colmillos largos, patas delgaditas y una especie de cola puntiaguda. ¿Recuerdas que te conté?
—Ujum —repitió mamá automáticamente. Ahora una zanahoria se reducía en círculos bajo el insistente ataque del metal.
— Es que anoche que me levanté al baño pasé por tu cuarto… — La niña se estrujó las manos, nerviosa, y lo siguiente apenas lo pronunció en un susurro —. Y me pareció ver esa cosa meterse en tu boca.
El cuchillo se detuvo súbito en media zanahoria. Mamá aún lo sostenía con firmeza.
Cindy, muy tarde ya para arrepentirse, hubiese preferido la indiferencia.
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