Desde hace más de cuatro años se gestó la iniciativa de agricultura urbana en Fundautónoma, a través del proyecto Huerto Escuela, ubicado dentro de la sede operativa de la Fundación, en el barrio El Poblado II.  

El Huerto Escuela busca ser un espacio de creación y fortalecimiento de la estructura social, alrededor del aprendizaje del cuidado del medio ambiente, las metodologías del trabajo de la tierra y el cultivo.  

Esta iniciativa es una realidad gracias al compromiso y apoyo del docente Diego Burgos, del Instituto de Estudios para la Sostenibilidad; de estudiantes UAO y del Semillero de investigación en pensamiento ambiental y epistemologías del sur, Amauta.  

Según el docente Diego Burgos, el Huerto nace a partir de la necesidad de fortalecer el accionar de un semillero de investigación, que busca conectar a los estudiantes con la realidad socio ambiental de la región, razón por la que se articula a Fundautónoma, para llevar la teoría del aula a la práctica, con metodologías participativas, a través de algunos cursos de educación ambiental, resolución de conflictos ambientales, ordenamiento territorial y sistemas integrados de producción. 

El comedor comunitario se beneficia de los alimentos que provienen del Huerto, pero para Fundautónoma es más que un proveedor de alimentos. Santiago García Vallecilla, participante de esta actividad y uno de los jóvenes beneficiarios de la Fundación, manifiesta que el Huerto es importante para él, porque le permite adquirir nuevos conocimientos que le ayudan a mejorar su alimentación, cuidar el medio ambiente y entender más las dinámicas de nutrición de los colombianos; según él, “la mayor lección que me ha dejado el Huerto hasta ahora, es que las personas pueden plantar y cosechar sin necesidad de químicos que le echan a las plantas, verduras y frutas”.  

Resignificando la agricultura  

La pandemia y el estallido social generaron un antes y un después, en el que la agricultura urbana se convirtió en una forma de resignificar el espacio público y robustecer las prácticas comunitarias; esto permitió que Fundautónoma fortaleciera temas como la reducción de fronteras invisibles y la creación de espacios de sana convivencia. 

Tal como lo manifiesta el docente Diego Burgos, “el huerto no es solo un huerto porque produce, es un huerto pedagógico porque enseña cómo producir y alimentarse saludablemente, enseña procesos sociales y ambientales, relacionando el impacto ambiental de la producción y el consumo de alimentos. Además, es un espacio de reflexión y de convivencia con los actores o con quienes se habita, en este caso, El Poblado II y barrios vecinos; no es sólo producir alimentos, es un espacio de convivencia, tolerancia, paz y amor”.  

Huerto Escuela está ligado a la Institución Etnoeducativa Santa Rosa y la Institución Educativa Nuevo Latir, lo que permite adelantar proyectos ambientales escolares, como investigación social, sistematización de información y acción participativa, que le apunta a impactar el sentir de estos jóvenes que se suman al Huerto.  

El trabajo que se desarrolla en este espacio implica un proceso de deconstrucción de lo que es cultivar, alimentar y relacionarse. Además de que se cosechan y producen múltiples alimentos, también es interesante la construcción del relato y memoria histórica de los alimentos, sus regiones y la ancestralidad heredada por sus padres y abuelos. Es por eso que se dice que el Huerto Escuela es un proceso de toda la comunidad y un espacio inclusivo para todas las generaciones, que han atravesado por diferentes situaciones. 

Fue muy importante para la comunidad el hacer la reapertura del Huerto, ya que Fundautónoma ha velado por transformar seres y construir comunidad y este, así como todos los demás espacios y proyectos, contribuyen al cumplimiento de esta filosofía a través del diálogo de saberes y la promoción de la sana convivencia. 

Informes:  
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