Mónica Palacios Echeverry es una caleña con amor profundo hacia el Pacífico colombiano y las tradiciones de su etnia, pues con orgullo se reconoce como una mujer ‘mulata’. Con ese mismo ímpetu habla de su profesión, Comunicadora Social y Periodista, una pasión que desborda desde su mirada hasta el discurso que proyecta.

En su formación profesional cuenta con otro pregrado, literatura, el cual obtuvo en la Universidad del Valle; una carrera que fue su segunda opción pero terminó estudiando porque fue con la cual obtuvo el cupo en esta institución. No obstante, como sabía que en su vida haría lo que tanto le gustaba optó por dirigirse a la Autónoma de Occidente para tener la experiencia formativa en comunicación, de este modo, estudió de manera simultánea ambos campos. Respecto a sus posgrados, cuenta con una especialización en Comunicación Organizacional de la UAO, una maestría en Sociología de la Univalle y actualmente cursa el doctorado con la Universidad Internacional Iberoamericana de México y la Fundación Universitaria Iberoamericana, Funiber.

En cuanto a su rol docente, no fue un gusto que se manifestó claramente, es más, era reacia a ejercerlo, “siempre decía que iba a estudiar comunicación para no ser profesora”, pero, su vocación tenía un llamado fuerte en este oficio del aprendizaje, y finalmente, hoy se considera afortunada por su accionar dentro de las aulas de clase, “celebro esa decisión que tiene todo que ver con mi perfil profesional, pues soy una facilitadora de procesos, me gusta estar en contexto dialogal, siempre en el ejercicio de tipo reflexivo alrededor del trabajo en equipo”.

La investigación es un factor fundamental en medio de su labor, parte de su enfoque ha estado en las temáticas de comunicación para el desarrollo y comunicación y cambio social. En la actualidad, se encuentra trabajando en la línea de etnicidad e inclusión, discriminación racial y racialidad estructural. Con estos intereses está construyendo una propuesta de proyecto, el cual lleva por nombre ‘Escuela de Comunicación para la Paz en el Pacífico Colombiano’, donde se pretende involucrar a varios colegas docentes de los programas de Cine y Comunicación Digita, Diseño de la Comunicación Gráfica y el departamento de Lenguaje, “este proyecto es prometedor en cuanto a que está en aras de la apuesta del plan de desarrollo 2030, es decir, se piensa desde una perspectiva donde generamos un proceso involucrando a la comunidad y eso significaría un aporte a la tarea de promover y abrir espacios de inclusión, un aspecto que es tan necesario en nuestro país”.

La trayectoria laboral de Mónica sobrepasa las aulas de clase, de hecho, declaró que tiene varios frentes de trabajo, en parte por sus proyectos de intervención social en los que ha hecho parte. Esta amplitud en su ejercicio profesional se demuestra en su hoja de vida, donde suma experiencias como docente en diferentes universidades de la región e instituciones educativas del ciclo de formación básica, como el colegio parroquial San Pedro Claver. También, ha estado inmersa en trabajos interinstitucionales con Corporiesgos, la Defensa Civil, Cruz Roja, Gobernación del Valle, entre otros. Además, ha sido consultora para varias entidades, una de sus experiencias más recientes la tuvo con amigos de la Unesco en la coordinación académica del ‘Tercer Coloquio Internacional Afrodescendiente’ que se dio en la ciudad de Cali durante la semana del 26 al 30 de Noviembre del 2017.  

Su presencia como colaboradora de la Universidad ya suman 18 años, donde inició como docente de hora cátedra, prosiguió convirtiéndose en docente tiempo completo, ascendió a directora del programa de Comunicación Social y Periodismo, hasta llegar al cargo que aún hoy ejerce como jefe del departamento de Comunicación. En este lapso, ha vivido una gran cantidad de momentos memorables con la facultad, entre esos recalca su acompañamiento en los procesos de acreditación nacional e internacional para el programa de Comunicación Social y Periodismo, la obtención del registro calificado para la especialización en Comunicación Organizacional, así como  la apertura y la autoevaluación para la maestría en Comunicación. Su designación como par académica del Ministerio de Educación Nacional con el Consejo Nacional de Acreditación para tres programas de Comunicación Social a nivel nacional, “es un gran orgullo pertenecer a este claustro universitario que es el que ha permitido que ganemos una reputación académica, profesional, real, ética en los contextos en los que nos movemos los egresados, colaboradores y docentes Autónomos”.

Sus retos con los cambios de la estructura de la facultad de Comunicación y Ciencias Sociales los ha atado con el estudio de su doctorado, pues se tiene pensado vincular esta formación con el ámbito de la gestoría cultural y la etnicidad, “considero que los saberes que se apropian en la academia deben estar al servicio del fortalecimiento de la identidad propia y también del escenario sociodemográfico del cual usted venga”. En ese sentido, desea generar una estrategia pedagógica y su correspondiente socialización, para poderlo promover con los públicos que hacen parte de la Universidad, como comunidad educadora que se asume étnicamente, así como en los potenciales estudiantes que se tengan; pues considera que ésta es una buena manera de hacer mercadeo académico, a través de acciones de inclusión.

Al día de hoy Mónica tiene 45 años, cumplidos el pasado 10 de abril. Si bien es una caleña de nacimiento, tiene ascendencia de la zona cafetera por su madre y del Chocó por su padre. Precisamente, heredó de sus ancestros el gusto por la música y la comida de esos territorios del Pacífico, le fascinan los mariscos y toda clase de pescado, aceptó que esa era su ‘debilidad culinaria’.

También, le gusta asistir a espacios culturales como el teatro, la danza, asistir a conciertos y recitales poéticos. En cuanto a la lectura, explica que su preferencia está en el teatro isabelino y autores ingleses de los siglos XVIII y XIX, señalando a Fiódor Dostoievski como el autor que más le conmueve. Otro de sus hobbies es la cocina, del cual confirma que no es experta pero ahora está en la tarea de aprender mucho más, siempre con la investigación y la inquietud acompañándola en este aprendizaje.

En su tiempo libre comparte con su hija Juliana, quien describe como su ‘tesoro y homólogo en pequeño’, también con su madre, con quien expresa tener una relación muy cercana de mucha amistad, y por supuesto, con su pareja. Para Mónica, es importante tener cada uno de los aspectos de su vida en equilibro, “siempre intento poner una balanza, entre la mujer profesional, ejecutiva y directiva, la mujer madre, la mujer pareja, la mujer hija, o la mujer ‘mujer’, porque hay que sacar tiempo para uno, para consentirse”.

Mónica se describe como una mujer extrovertida, valiente, pujante, insistente, respetuosa de la diferencia del otro, participativa, afectiva. Le gusta ser amiga, ser confidente de quien lo necesita. Así como también se demuestra optimista, ‘soy una mujer que cree en este proyecto de país, que cree en la construcción de pareja, cree en el hogar y en los hijos no solo como una extensión de uno sino como un proyecto que uno ayuda a forjar y crecer. Soy una mujer adoradora de mi profesión y de mis estudiantes”. Al hacer un repaso por sus años de vida, enfatiza que al mirar hacia el pasado se siente tranquila, pues sabe que ha construido un camino positivo en el que muchos seres humanos han participado de manera activa de ese ejercicio y han construido un proyecto colectivo, por ejemplo, con este departamento.

Los viajes también han tenido espacio en la historia de Mónica, uno que destaca fue su ida a Sao Paulo, “me encantó, me gustó, precisamente por el sincretismo cultural. Brasil es un hervidero cultural, quisiera volver, fui muy pocos días en una comisión de la Universidad a presentar una ponencia en un evento de apropiación social de tecnologías. Esta ciudad representa un asunto muy relevante para nuestros estudios de desarrollo teniendo en cuenta la relación de centro y periferia”. Este encuentro con otro país latinoamericano le recalcó que a pesar de las diferencia se tienen muchos elementos de convergencia, un recuerdo que quedó grabado en su memoria y que hoy tiene como pendiente entre sus próximos destinos.