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La comunicación en el marco de las Regiones Sostenibles

Por Solón Calero, Carmen Rivera y Hernando Vaca

El Doctorado en Regiones Sostenibles de la UAO acentúa las siguientes particularidades en los procesos de formación básica y de investigación: enfoque interdisciplinario, producción de conocimiento significativo concerniente con la relación sistémica y compleja entre naturaleza y cultura y sus respectivos efectos en la economía, la sociedad, la gobernanza y la sostenibilidad. Finalmente, la propuesta de formación doctoral se compromete con la intervención experta para la solución de problemas regionales presentes en los procesos de interacción social entre el ambiente natural y el territorio.

En este contexto, la comunicación emerge como un componente fundamental para lograr los objetivos teóricos y prácticos de esta propuesta. Y esto es así porque, en primer lugar, la comunicación al ser entendida como un campo de estudio, y no como una disciplina, en el sentido clásico, ha desarrollado los mecanismos y las herramientas del trabajo interdisciplinar[1].

Los estudios de comunicación desde su fundación han estado constituidos por una intersección donde convergen diversas disciplinas con el propósito de comprender problemas socioculturales comunes, incluyendo, entre otros, la relación ontológica entre ser humano y naturaleza. En segundo lugar, la comunicación permite ampliar los horizontes de comprensión de la realidad, porque la comunicación es camino de emociones, de conocimientos y de saberes en un tiempo marcado por la importancia creciente de las relaciones simbólicas en la estructuración de la realidad global.

Además, la comunicación, con todo y su formación y vocación interdisciplinar, no se ha limitado a reconocer exclusivamente las epistemologías elaboradas por el conocimiento experto, sino que se ha aventurado a integrar a su experiencia analítica y de intervención social aquellos conocimientos que emergen de las comunidades o grupos sociales en el ámbito de sus prácticas culturales.

El mundo simbólico de estos grupos resulta de interés particular para este campo de estudio, pero de igual manera, la materialidad fraguada en sus prácticas culturales, la cual expresa, al igual que la fabricación simbólica, procesos de producción, reproducción, circulación y apropiación o usos de significados y sentidos sociales, ambientales y económicos, entre otros, que a la luz de la sostenibilidad están siendo revalorados en el contexto de la crisis actual como modelos y alternativas de vida.

La línea de sostenibilidad y comunicación de este doctorado, se reconoce, entonces, como transdisciplinar en la medida que entiende que la transformación social solo es posible a través de una conversación dialógica e interculturalmente sensible entre aquellos agentes que se ubican en la ladera del conocimiento experto y aquellos que se ubican en las orillas del conocimiento informal.[1]

En este sentido, la intervención social para la solución de problemas regionales relacionados con la sostenibilidad, desde la comunicación solo puede ser concebida como un escenario intercultural donde expertos y legos negocian sentidos de mundos posibles y encuentran soluciones a problemas concretos. Dicha perspectiva de la comunicación adhiere una postura política y práctica de los procesos de transformación social, en la medida en que reconoce, que en las interacciones sociales hay siempre una confrontación intersubjetiva y culturalmente situada por la comprensión de la relación entre el mundo natural y social (Dutta, 2015; Rivera, 2014).

Ahora, en un doctorado concebido de la manera como se ha estructurado el Doctorado en Regiones Sostenibles, el campo de la comunicación sale indudablemente fortalecido porque no solamente legitima su interés por dialogar con otros conocimientos, sino que pone a prueba su capacidad de superar cualquier intento de instrumentalización, sobre todo cuando de intervención social se trata.

La versatilidad que la comunicación aporta a las diferentes intervenciones sociales está sustentada en la comprensión de ella como proceso de producción, circulación y apropiación de sentidos en el cual se asume como mediadora entre los diferentes contextos en los que se materializa esta cadena simbólica. La capacidad de agencia de un proceso de comunicación en un contexto determinado dependerá en gran parte de la sensibilidad desplegada para propiciar el encuentro y la conversación entre los sujetos implicados. Es por lo tanto, un proceso abocado a una interculturalidad radical que desborda tanto los modelos generalistas de intervención como también los medios que en ellos se producen.

Esta postura permite reconocer el tipo de conocimientos que circulan alrededor de prácticas culturales relacionadas con la sostenibilidad, los sistemas de poder que los regulan y las subjetividades que producen, dimensiones analíticas críticas para imaginar estrategias de comunicación que faciliten la reflexión colectiva alrededor de la sostenibilidad, práctica que asume que el sentido del mundo elaborado sobre los pilares de la Modernidad debe transformarse. Tales descentramientos exigen marcos de valoración renovados.

El cambio es profundo, es ético, y requiere de la comunicación la implementación de escenarios para la conversación reflexiva, que invierta el orden y parta de la escucha a otros. Es decir, la comunicación como camino para la construcción de regiones sostenibles, a través del diálogo y la participación, del reconocimiento de las diferencias y del derecho a decir la propia palabra.

[1] Frente a la crisis ambiental, social, económica y política que afecta al planeta, representantes de diversos saberes y disciplinas han planteado la necesidad de enfrentar estos problemas recurriendo a los aportes que cada uno de estos campos del conocimiento puede ofrecer. Los diagnósticos y las caracterizaciones que se han realizado aceptan que ya no es suficiente, ni posible, contar exclusivamente con el conocimiento científico para enfrentar esta crisis, sino que es necesario reconocer los aportes de los saberes tradicionales e interculturales. La fusión entre epistemes (ciencia) y doxas (saberes populares) surge como una posibilidad de repensar las relaciones entre hombre y naturaleza y las mismas relaciones sociales en los ámbitos de la producción económica y de la interacción comunicativa. Esta concepción compleja de las relaciones de conocimiento se reconoce como transdisciplinariedad y pone en cuestionamiento las nociones de interdisciplinariedad y multidisciplinariedad, ya que los dos conceptos hacen referencia a la transferencia de teorías y metodologías de una disciplina a otra. Para ambos casos, aunque exista un esfuerzo de transcender la mirada endógena y disciplinar, cuando se abordan problemas de investigación, de todas formas el objetivo conduce a mantenerse en el marco epistemológico de las ciencias. El concepto de transdisciplinariedad connota un trabajo entre y más allá de las disciplinas (Nicolescu, 2002) y reconoce el potencial epistémico de otro tipo de saberes, este concepto también demanda un trabajo de descolonización epistemológica, tal como lo denominan diversos autores de los estudios poscoloniales (Castos- Gómez, 2007).

[1] Las disciplinas tienen fronteras más precisas y poseen un desarrollo histórico claro. Las disciplinas tienen un cuerpo de conocimiento que generalmente es compartido por sus especialistas. Las disciplinan poseen además textos y producciones teóricas fundamentales y canónicas, las cuales sus expertos deben conocer y dominar. Estos textos son de carácter primario y secundario y aunque este tipo de clasificación puede ser discutible, los términos y objetivos de la disputa son claros. No es este el caso para los estudios de comunicación. Aunque es posible hacer un seguimiento histórico de cómo la comunicación ha sido investigada, esa historia no es de ninguna manera lineal ni tampoco homogénea. Los textos más relevantes del campo siempre se sitúan en una reflexión, fusionada, entre el significado de procesos de comunicación, culturalmente situados, y los aportes teóricos y metodológicos de diversas disciplinas. En este sentido, el campo de la comunicación, se puede afirmar, está marcado por la heteroglosia o polifonía discursiva (Voloshinov –Bajtin, 1992).

campo de la comunicación, se puede afirmar, está marcado por la heteroglosia o polifonía discursiva (Voloshinov –Bajtin, 1992).

[1] Frente a la crisis ambiental, social, económica y política que afecta al planeta, representantes de diversos saberes y disciplinas han planteado la necesidad de enfrentar estos problemas recurriendo a los aportes que cada uno de estos campos del conocimiento puede ofrecer. Los diagnósticos y las caracterizaciones que se han realizado aceptan que ya no es suficiente, ni posible, contar exclusivamente con el conocimiento científico para enfrentar esta crisis, sino que es necesario reconocer los aportes de los saberes tradicionales e interculturales. La fusión entre epistemes (ciencia) y doxas (saberes populares) surge como una posibilidad de repensar las relaciones entre hombre y naturaleza y las mismas relaciones sociales en los ámbitos de la producción económica y de la interacción comunicativa. Esta concepción compleja de las relaciones de conocimiento se reconoce como transdisciplinariedad y pone en cuestionamiento las nociones de interdisciplinariedad y multidisciplinariedad, ya que los dos conceptos hacen referencia a la transferencia de teorías y metodologías de una disciplina a otra. Para ambos casos, aunque exista un esfuerzo de transcender la mirada endógena y disciplinar, cuando se abordan problemas de investigación, de todas formas el objetivo conduce a mantenerse en el marco epistemológico de las ciencias. El concepto de transdisciplinariedad connota un trabajo entre y más allá de las disciplinas (Nicolescu, 2002) y reconoce el potencial epistémico de otro tipo de saberes, este concepto también demanda un trabajo de descolonización epistemológica, tal como lo denominan diversos autores de los estudios poscoloniales (Castos- Gómez, 2007).

Referencias bibliográficas

Castro-Gómez, S. (2007). Decolonizar la universidad. La hybris del punto cero y el diálogo de saberes. El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global, 79-91.

Dutta, M. (2015). Decolonizing Comunication for Social Change: A Culture- Centered Approach. Communication Theory, 25, 123-143.

Nicolescu, B. (2002). Manifesto of transdisciplinarity. SUNY Press.

Voloshinov, V. N. y Bajtin, M. (1992). Marxismo y filosofía del lenguaje. Madrid: Alianza

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